¿Será ésta la nueva visión urbana? Alex Char giró a Barranquilla hacia el río….
Es indudable que la transformación de Barranquilla obedece no solo al ofrecimiento de unas obras estructurales: más allá de eso, se trata de un cambio transformador planteado brillantemente por el alcalde Alex Char, cambio que se fundamenta en asumir una visión totalmente diferente hacia la ciudad; es decir, es mover en otro sentido la orientación inicial de Barranquilla hacia un punto de referencia estratégico e idóneo: el río.
En esa búsqueda de una nueva dimensión de su proyección urbana, tenemos que decir que la renovación actual le ha dado a la ciudad un giro inesperado, que algunos consideran incluso como de ribetes “mágicos” y que en todo caso se lo debemos a una persona-líder que fue persistente y consistente en buscar las personas apropiadas, el apoyo logístico y por decirlo de alguna manera, científico, para darle ese giro situacional a la orientación y el futuro de Barranquilla.
La ciudad venía visionando y movilizando su expansión hacia los territorios del norte geográfico, por un lado, y del suroccidente y la banda oriental de la ciudad, por el otro. Y ahora, la nueva visión de las proyecciones urbanas, trae consigo –como lógica, natural y consecuente– que los nuevos direccionamientos de la densificación se proyecten al otro del cauce fluvial y a extenderse por la otra ribera del Río Magdalena, en un asomo para quizá
perfilarse como una futura Ciudad-Región.
Una muralla de industrias en la Vía 40, del lado del Río
La ciudad estuvo presa sin mirada hacia el río
Asimismo, conviene señalar que, si nosotros miramos la ciudad que éramos quince o veinte años atrás, se nos evidencia en la propia memoria y en los testimonios de los registros de prensa y audiovisuales, la enorme dificultad y hasta la imposibilidad de penetrar la muralla de industrias para ver y disfrutar el cauce mismo del rio Magdalena y su transitar de grandes barcos y remolcadores, al lado de las artesanales canoas de los pescadores.
Y entonces nos preguntamos ¿por qué aquella negación hacia el propio río? Urbanísticamente hablando, aquello se daba porque todas las calles que desembocaban en la Vía 40 –la avenida urbana paralela al cauce fluvial– y que son la 72, 75, 76, 79, 80, 85 y 87 no era posible que accedieran directo al río porque había una larga franja privatizada que no le permitía a la ciudad y a sus ciudadanos adentrarse a esa visión del Magdalena.
El panorama ha cambiado: en casi doce años de gobierno, el ingeniero Alex Char se planteó junto con su equipo de arquitectos y el resto de profesionales que lo han rodeado, lograr una transformación estructural urbana, la cual ha tenido que ver –principalmente y entre otros– con un par de frentes complementarios y generadores de efectistas percepciones cotidianas entre la ciudadanía: el de los canales pluviales, por un lado, y la puesta en marcha de varios nuevos escenarios deportivos.
En relación con este último aspecto, el de la transformación estructural, cabe preguntarnos lo siguiente: ¿qué se conjuga en toda esa situación? –¿Será acaso sólo una visión unidimensional y de cuantificado impacto acerca del espacio público?… Tendríamos que determinar, hoy por hoy y con todas estas obras, ¿cuánto constituye este metraje de espacio público renovado que se contempla en la demanda de dichos interrogantes?
En concordancia con lo ya expuesto, desde el arranque de estos quince o veinte años más recientes, cuando la Fundación Nueva Ciudad iniciaba apenas en Barranquilla su vida jurídica, comenzamos por observar que todo el anterior proceso de privatizaciones que por muchas décadas negó el disfrute ciudadano de nuestro río había sido una completa usurpación de esa banda territorial, que es la más importante y estratégica de la ciudad, por parte de personajes del sector inversionista que hacían alianzas o fusionaban unas empresas con otras. Estas eran por entonces, digamos que el polo de desarrollo de la ciudad.
Aunque para la época no existía un sistema de planeación como el Plan de Ordenamiento Territorial, percibimos que Barranquilla –en ejercicio de aquella “establecida” manera de planificar un poco a la desordenada–, habilitó toda la franja contigua a la vía 40 como un sector de creación y desarrollos empresariales.
En ese tiempo la vía 40 se constituía en el corredor arterial por el que se movilizaban tanto la carga pesada de las empresas instaladas como una respetable cantidad de personas que circulaban hacia y desde sus sitios de trabajo, mientras que paralelamente se sacrificaba de plano la pertenencia de origen e identidad que ciudad y ciudadanos le debemos a la más importante corriente fluvial de toda Colombia. Como algunas voces alarmadas ya lo decían en esa época << le dimos la espalda al río >>, dando así lugar a un imaginario colectivo negacionista que, por lo menos a toda una generación, le hizo pensar que << ese río no tenía ninguna importancia para nosotros >>.
Así las cosas, no es desmesurado pensar ahora que esta “hazaña” lograda por el mandatario Char nos está convocando a cambiar nuestra visión, y que serán las nuevas generaciones las que tengan que vislumbrar un nuevo modelo de ciudad… Porque pienso que ante eso estamos ya, ante el boceto de un nuevo modelo de ciudad, un modelo que en definitiva merece ser apoyado a la vez que habrá que fundamentarlo, sostenerlo y progresivamente empoderarse de él, introyectarlo en la convicción y voluntad de cada uno de los ciudadanos, para que podamos llegar a tener ese paradigma que hoy se conoce como << ciudad sostenible >>.
La sostenibilidad no es otra cosa que considerar a los entornos urbanos como unos territorios planificados en vigencias de largo plazo, tanto desde lo administrativo como en lo político y económico, para un mejor convivir de todos los ciudadanos, al tiempo que también las oportunidades sean para todos. En ese sentido, creemos que temas tales como el medioambiente, los canales pluviales, las basuras, la movilidad, la seguridad ciudadana, la competitividad y el desarrollo económico de oportunidades de trabajo para todos los citadinos, conforman los elementos imprescindibles en torno a los cuales la ciudad deberá planificarse de otra manera, en adelante.
Esa planificación debe hacerse con expertos que les den una visión profunda y de largo alcance a las transformaciones que se buscan, y para que la administración –dentro de sus planes de desarrollo– pueda convocar a toda la comunidad, tanto a los sectores empresariales y económicos como los académicos, estudiantiles y comunitarios, al común propósito de proteger y visionar mejor la propia ciudad que compartimos.
Nos queda claro que sin esta visión podríamos repetir el ciclo de crisis que ya hemos padecido antes en el traumático desarrollo de Barranquilla a lo largo de varias décadas pasadas. Aunque esto último ya no es un énfasis que haya que recalcar, sino más bien se trata de mirar desde el hoy y lo que ahora tenemos como nuevos haberes urbanos, hacia un soñado modelo de ciudad, el que anhelamos todos los barranquilleros.
Así que mucho es lo que debemos a Alex Char y a sus funcionarios, ingenieros ,arquitectos, que nos brindan ahora la posibilidad de tener una ciudad mucho más amable. Hoy que veo con nueva mirada a Barranquilla, viene a mi mente la imagen de una histórica ciudad francesa que se llama Bordeaux, hoy situada sobre ambas márgenes de un rio, el Garona. Su topografía y trazado originarios hicieron que, desde uno de los vértices del cauce de su rio, la ciudad se abriera y expandiera como un abanico, tal como Barranquilla lo vino haciendo en forma espontánea a lo largo de los años…
Pero igualmente, en tiempos recientes esa ciudad se abrió planificadamente hacia la otra margen de su río, generando así una expansión urbana mucho más provechosa desde las vertientes del agua. Allí existen y operan los puertos, desde donde se traslada y se transforma toda exportación que sale del centro de Francia para llegar al Atlántico y enrumbarse a destinos del resto del mundo entero. Así miro a Barranquilla ahora: como presencié una vez a Bordeaux, un modelo de ciudad exaltado por las Naciones Unidas y que, como la nuestra, bordea el cauce de su río con un “continuo” de espacios públicos para el disfrute ciudadano, alternando con otros que también potencian la competitividad de la urbe y la de la región de su influencia.
Puente levadizo Chaban Delmas sobre el Garona, en Burdeos
No habría sino que observar su puente Chaban Delmas sobre el Garona –cuando se extiende no tanto hacia lado y lado como lo hace hacia arriba, semejando la divergencia de dos pares de estructuras prismáticas que se abren y se alzan, algo realmente interesante y casi que visualmente mágico–, y todo ello diseñado expresamente para que circulen por en medio los barcos que llegan a los muelles de Bordeaux, una ciudad realmente hermosa y, en términos de historia, tradición y logros urbanos, quizá distanciada de lo que hoy es Barranquilla en aproximadamente unos 400 años…
Aminorar aceleradamente esa distancia es lo que nos queda de tarea, una tarea que hay que comenzarla ya con la actitud más propositiva y optimista, no sin antes darle debidas gracias al alcalde Álex Char por poner ante nosotros esta nueva perspectiva de ciudadanos frente a su entorno vivencial… Y a Bordeaux, también agradecerle “su espejo”, donde Barranquilla podría visionarse hoy en su escenario macro-urbano del futuro próximo
Mirando a la otra orilla del Garona en Burdeos
JOSE DAVID CORTES ORTEGA
Consultor senior
Comunicador Social, urbanista.
Ejecutivo, creativo y asesor para el desarrollo de estrategias, proyectos ambientales, urbanos y de movilidad y seguridad vial.
Hoja de vida Jose David Cortés